Seguidores

lunes, 5 de mayo de 2014

EL OTRO LADO DE LA PESCA


Buena parte del tramo de costa por el que me suelo mover resulta impracticable para el spinning, principalmente por la altura existente entre el pescador y el agua. Es más, en muchos casos hay decenas de metros de separación, inconveniente que ni el más pesado de los señuelos puede salvar. Sin embargo, hay puestas que comienzo a mirar con ojos golosones por aquello de salirme de los parámetros y hacer mi propio camino, eso sí, comiéndome bolos a cascoporro, pero sin perder un ápice de ilusión. En este sentido, llevaba tiempo dándole vueltas a un determinado lugar, y una mañana arrimé hasta él.


El susodicho es cabrón como él solo, pero me da que un día me va a brindar una grata sorpresa. No obstante, en el subconsciente tengo grabado que ¿docenas? de pescadores han caído por sus inmediaciones, lo cual obliga a extremar las precauciones e ir con la muda cambiada, porque, aun no siendo difícil su acceso, tiene la innata capacidad para armársela al pescador. Y así fue como, sin buscarlo, encontré una prueba palpable de ello.


Al final, no toqué escama, mas, mientras estaba intentándolo, todo el rato estuvo mi mente dándole vueltas a la inscripción que había visto previamente, así como la situación en que se vieron esas dos personas, como también las que, en su caso, y a salvo, tuvieron el dudoso honor de contemplarla desde tierra firme sin poder hacer nada. A simple vista, la puesta parece sencilla, pero con un poco de paciencia se identifican terribles trampas para el pescador. Inexistencia de defensas en caso de resbalón, puntos que el mar se ha encargado de cincelar a golpe de ola para que una lengua de agua atrape por detrás a cualquiera que se encuentre desprevenido y lo lance con violencia al gran azul, quién sabe si con golpes mortales o que incapaciten de por medio, son algunos de los ingredientes que permiten comprender que ese topónimo se haya cobrado tantas vidas. Por eso, y aun pareciéndome un sitio bien bueno, no obstante tardaré en regresar.


Aun cuando los peces se muestren reacios a morder nuestro aparejo, como ahora, que pasan de nosotros, tened sentido común y no arriesguéis más que lo perfectamente controlable, pues el peligro lo mismo se encuentra en una postura compleja que en una a priori sencilla. Todos, de un modo u otro, tenemos a alguien esperándonos en casa. No le defraudemos a cambio de un sucio puñado de escamas.

Hasta la próxima paseantes.


Texto y fotos L.Carlos Prieto.

Leer Más...

Video

FOROS