YA ESTAN AQUIIIIIIII......

Aprovechando unos días libres, este pasado fin de semana tocó volver a tentar a la suerte por nuestra zona, aunque el resultado fue de lo más dispar. Se nota que poco a poco van arribando al litoral, pero de momento se hacen las remolonas por aquello de la coyunda. Aun así,como siempre, lo mejor de todo fue la compañía y los ratos que pasamos con ella.

De entrada, el sábado comenzó de lo más negativo, pues, pese a que encontramos un puesto de lo más sugerente, nos pasamos lanzando más de una hora en él sin obtener premio. Una cala de bolos de escasa profundidad, con un color de agua ni muy claro ni muy oscuro, y bien surtida de borbotones de espuma y salpicones, a menudo son ingredientes suficientes para liarla... pero de momento erramos el tiro. ¿Incapacidad nuestra, o es que no estaban por allí? Quién sabe.



Pese a este desalentador comienzo, continuamos por otra postura próxima a la que tenía fe, y que Fermín no había catado. No obstante, mientras discutíamos la jugada, coincidimos con uno de los killers de la zona (Fran), con quien aprovechamos para charlar laaaaargo y tendido sobre todo lo que concierne a la lubina, –que si equipo, señuelos, bufffff...
en fin, que parecíamos tres solteronas cascando sin desmayo....–. Al final, él se quedó arriba y nosotros bajamos, y, al primer lance, un ejemplar de 45 cm emboca el minnow que le planté en los morros. Al principio la caña dobló bastante y ambos pensamos en una buena captura, pero a los pocos segundos ésta cejó en su pelea y mostró su entidad real. En adelante, y pese a encontrarnos en una zona de canales y piedras sumergidas, nada más llamó a nuestra puerta hasta que plegamos velas y regresamos a casa –no sin antes pararnos a charlar profusamente con Ramontxu, Gorka y Fidel(Galipo), entre otros,quienes, desde las alturas, ya nos habían jipiado de antemano–.Poco después apareció otro de la cuadrilla,Miguel.



El domingo y el lúnes, pese a variar de zona, no tuvimos la suerte de pinchar escama, pese a intentarlo a distintas horas, así que hubo que esperar al martes para así tratar de enderezar tan irregulares días.



El 1 de febrero, viendo que Fermín se quedó planchado entre sábanas, fui a un puesto que tiene mucho calado en cualquier momento de marea,y que –no sé porqué– siempre me ha llamado la atención. Así, a las 8 de la mañana, y dándole vueltas previamente a la conversación que el sábado mantuvimos con Fran, puse un vinilo de generoso tamaño armado con anzuelo dorsal y cola en “T” de color oscuro, y que lancé a la punta de la foto.



Como veis, se trata de un lance que no va más allá de los 25 metros desde la parte baja de la instantánea, y que hice con
el afán de aprovechar el remolino que se creaba al salir la ola. Pues bien, lanzo la primera vez, y poco a poco dejo que la trampa vaya sumergiéndose hasta que considero que ya se puede bobinar. Según paso la roca que aflora, noto que la caña se arquea suaaaaaavemente –lo cual no di importancia, tal vez porque por entonces estaba medio dormido, achacando todo a un golpe del señuelo contra la piedra–. Pero esos golpes son secos. Una vez la vara recupera su rectitud, bruscamente se arquea por completo y la puntera apunta hacia el agua,mientras el carrete comienza a escupir línea con estrépito durante unos cinco segundos –rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr............–. Justo en ese momento salía el remolino, y por una décima de segundo pensé que el freno lo tenía suelto, pero recordé que, en una escala de 0 a 10, lo tengo a 8-8,5, es decir, nada fácil.
–rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr......– Pasan los segundos, y me resulta imposible pararla e intentar darle el cachete. Más parecía que estaba pescando a jigging que a spinning, pues la picada fue a apenas 5 metros de mis pies, tras lo cual se lanzó como una desesperada hacia el fondo, desde donde desplegó toda su potencia. –rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr....–. Tercera arrancada y sigo sin poder frenarla, y todavía hubo una cuarta carrera aún más intensa que traté de detener poniendo la yema del dedo suavemente sobre la bobina para ponérselo más difícil... pero no había manera: continuaba con su camino.
Entre pitos y flautas ya habían pasado unos 30 segundos sin que la rabiosa demostración de potencia pareciera atemperarse, mas, de repente, la caña se enderezó súbitamente. Tras ello, tenté, pero no hubo respuesta al otro lado de la línea. No me lo podía creer. Con desánimo, miré el aparejo y comprobé que todo estaba perfecto, pero el anzuelo del lomo no halló donde aferrarse con firmeza. Así es la pesca, majos; esta vez toca administrarnos ajo, agua y resina –ción.

A día de hoy, son muchos los pensamientos que me han rondado y me rondan acerca de lo ocurrido, pero, pese a la pérdida, aún me estoy relamiendo con el lance vivido, y sé que este sabor agridulce tardará tiempo en abandonarme, no sé si para bien o para mal. Está visto que,cuando menos te lo esperas, nos la pueden liar, así que, estimados paseantes, revisad siempre cada detalle de vuestro equipo por nimio que sea, porque nunca se sabe ...

Hasta la próxima paseantes..

Texto y fotos,L.Carlos Prieto.