GRACIAS, JUAN

A media mañana de hoy he recibido la confirmación de que has decidido poner fin a la larga y ardua contienda que mantenías por la vida desde hacía varios años, y en cierta medida me alegra que así haya sido, porque ya te tocaba descansar.

Eso sí, no quiero que entiendas este comentario como un sibilino reproche, pues quienes te seguimos de cerca, sabemos que nadie puede decir que no te hayas batido el cobre cada día, tratando de darle esquinazo a la parca de todas las maneras imaginables.

Por una parte, y como te contaba, tu partida me aporta alivio, pero por otra quedo frío y triste, aun cuando sabía que, más tarde o más temprano, llegaríamos a este punto. No obstante, tan agridulce sabor en absoluto impide que pueda sentirme realmente contento de haberte conocido, así como haber tenido la oportunidad de despedirme de tí en persona mientras estabas entre nosotros. No merecías menos.

El lunes volveré a verte, y junto a más personas que ten por seguro lamentan tu marcha, volveremos a dar un último paseo por las calles de Bilbao. En lo que a mí respecta, que sepas que, aparte de por diversos motivos, te echaré en falta a la hora de volver a comentar la trastada que perpetramos en cierto organismo, o nuestras escapadas por los infames tugurios del Madrid de los Austrias tras finalizar tus tratamientos de choque, siempre parloteando de pesca como dos viejas cotorras. Pero no te preocupes, algún lejano día volveremos a reunirnos para reanudar la cháchara donde la dejamos, que aún nos queda bastante por arreglar de este imperfecto mundo que nos tocó vivir.

Allá donde te encuentres, querido Juan, de parte de quienes tuvimos el inmenso placer de conocerte, gracias de todo corazón.

Texto L.Carlos Prieto..